El Grano de Arena (Correo Informativo) on Wed, 3 Oct 2001 10:53:21 +0200 (CEST) |
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[nettime-lat] [ATTAC] INFORMATIVO 107 - BATMAN Y TOBIN |
EL GRANO DE ARENA Correo de información ATTAC n°107 Miercoles, 03/10/2001 ______________________________ Suscriptores: 6 569 Gracias por hacer circular y difundir esta información. Para suscribirse o desuscribirse http://attac.org/listes.htm Este correo informativo ha sido elaborado por el equipo de colaboradores espontáneos de "El Grano de Arena". informativo@attac.org RTF : http://attac.org/attacinfoes/attacinfo107.zip PDF : http://attac.org/attacinfoes/attacinfo107.pdf ____________________________________________________________ En este número Síntesis 1.- Tobin Hood al asalto de los especuladores: Una visión humorística de la historia reciente de la tasa Tobin aparecida en la revista francesa Le Nouvel Observateur donde nos enteramos entre otras cosas del origen cinéfilo del nombre de Attac. 2.- Sorprendentes paraísos - La maquinación terrorista: Un análisis muy interesante sobre la vinculación entre los paraísos fiscales y el terrorismo de toda índole: el que provocan los dictadores como Mobutu que pueden guardar tranquilamente el producto de la explotación de sus pueblos en cuentas de intachables bancos occidentales y el que es financiado por dinero que ha sido limpiado por estos mismos bancos. ¡Qué aburrida sería la vida sin estas deliciosas ironías! El exterminio de los paraísos fiscales es posible y necesario, pero seguramente es más efectista (ya que no efectivo) amenazar con bombardeos a uno de los pueblos más sufridos del orbe. 3.- Los movimientos de lucha contra la mundialización liberal después del 11 de septiembre de 2001: Christophe Aguiton explica cuáles serán los nuevos desafíos para el movimiento por una mundialización de la justicia. 4.- El adversario: De manera absolutamente ilegal y en violación flagrante de los derechos de propiedad intelectual, reproducimos la editorial de Ignacio Ramonet del número de octubre de Le Monde Diplomatique. Esperemos que citar la fuente sea suficiente. 5.- El teatro del Bien y del Mal: Eduardo Galeano nos da su opinión sobre los eventos del 11 de septiembre. Y siguen las firmas. 6.- Recordatorio: Porque pensamos que hay que la historia no puede narrarse sin un contexto, recordamos a algunas otras víctimas de bombardeos. 7.- Criminales que no serán juzgados: Para terminar a todo lujo, el Profesor James Petras explica cuáles son los criminales que deberían ser juzgados para el ejemplo de los futuros Kissinger. ______________________________ 1.- Tobin Hood al asalto de los especuladores ____________________________________________________________ Aparecido en Le Nouvel Observateur nº1923 - Semana del 13 de septiembre de 2001 La idea de un impuesto mundial sobre los mercados de cambios es la serpiente marina del programa de Lionel Jospin (primer ministro francés, ndt). Aparecida en 1995, enterrada posteriormente, vuelve a ver la superficie en período preelectoral. Investigación sobre los entretelones de una idea que divide a la mayoría. En el bosque de Sherwood de las altas finanzas, la duda comenzó a florecer el 4 de septiembre: ¿y si el Sheriff de Bercy (ministerio de economía, ndt) preparase su rendición? Aquel día, Laurent Fabius (ministro de economía, ndt) había resuelto reabrir el dossier de la tasa Tobin. Y confiar a su jefe de gabinete, Florence Ribard, la tarea de convocar cuanto antes a los propagandistas de la tasación sobre los movimientos de capitales a corto plazo. "La posición del ministro evoluciona muy rápidamente", reconoce uno de sus consejeros, sorprendido por los eventos. ¡Maldita tasa Tobin! Hace un año, el ministro había creído enterrarla definitivamente, declarándola entonces, apoyándose en un informe de expertos, "generosa pero inaplicable". Luego vinieron Génova, su cumbre del G8, sus cortejos de militantes por una mundialización con rostro humano. Y el formidable éxito mediático de una idea tan simple que se hace irresistible: la tasa Tobin. ¡Podría ser la hija natural de Robin Hood y de Amélie Poulain! (referencia a un reciente francés, "Le fabuleux destin d'Amélie Poulain" de Jean-Pierre Jeunet, ndt) Se trata de cobrar una pequeña comisión -del orden del 0,1% - sobre todas las transacciones financieras a corto plazo en los mercados cambiarios. El producto de este impuesto mundial sería luego colectado en un fondo de ayuda al desarrollo en el mundo. Hacer pagar a los especuladores para ayudar a los países pobres: ¿qué corazón puede ser tan duro como para no aplaudir a más no poder? Sobre todo teniendo en cuenta que el proyecto es 100% Premio Nobel. Desde 1971, el norteamericano James Tobin, futuro premio Nobel de Economía había sugerido este impuesto para limitar la locura especulativa que se encuentra en el origen de las crisis monetarias. E inclusive Joseph Stiglitz, antiguo economista en jefe del Banco Mundial, la ha retomado en sus obras hace una década. Fácil de comprender, llena de buenas intenciones y decorada con rigor científico: ¡todo gurú del marketing desearía haberla inventado! Attac, Asociación por un Tributo de las Transacciones Financieras para Ayuda a los Ciudadanos, la convirtió en su caballo de batalla. ¡Y pensar que esta constelación de asociaciones, sindicatos y periódicos nació por el guiño de un periodista cinéfilo! Noviembre 1997: Ignacio Ramonet, el director de la redacción de "Le Monde Diplomatique", da los últimos toques a una editorial en la que llama a la creación de un movimiento no gubernamental para la promoción de la tasa Tobin. Busca una sigla resonante. Será Attac, en referencia a "Attaque!", un viejo film norteamericano de Robert Aldrich en el que se denuncia la cobardía de los oficiales superiores durante la guerra. ¡La idea es todo un éxito!. Miles de cartas pidiendo "desarmar a los mercados" llegan a la revista. Imponer a los especuladores se convierte en una consigna. De SUD-PTT a la Confédération Paysanne de José Bové, del Sindicato de la Magistratura a Agir ensemble contre le chômage (sindicato de desempleados, ndt), todos los actores de la rebelión antiliberal se precipitan a inscribirse. La organización se dota rápidamente de un consejo científico, que reúne un puñado de profesores de la universidad. Su misión: batallar con los expertos ortodoxos. "Pero el mejor medio de lanzar el debate público sobre la tasa Tobin era introducirla en la arena política", precisa Bernard Cassen, presidente del movimiento. En cuatro meses, un comité de diputados de Attac (130 parlamentarios) se constituye en la Asamblea Nacional. Son los caballos ligeros de los Clausewitz de la antimundialización. Cada discusión presupuestaria suscita enmiendas a favor de la tasa Tobin., concebidas como trampas para el gobierno. A fines de 1998 fue necesario que el ministro de Finanzas Dominique Strauss-Kahn baje al Hemiciclo (Congreso, ndt), en plena noche, para lograr que se postergue in extremis la adopción del impuesto mundial. ¡Una pesadilla para Bercy! "La mejor forma de combatir esta ilusión es estudiarla en detalle, pues la argumentación de sus partidarios peca por error de análisis", afirma Olivier Davane, antiguo consejero de Pierre Bérégovoy y de Martine Aubry, y que también pasó por el banco norteamericano Goldman Sachs. Hoy en día reciclado en el consejo en estrategia de inversiones, Davane es el autor del primer informe público resueltamente negativo sobre el tema, publicado en noviembre de 1998. Sus trabajos presentados al Consejo de Análisis Económico, el "think tank" de Lionel Jospin, inspiraron otros estudios encargados por Bercy o por la comisión de Finanzas del Congreso. En cada ocasión se opusieron los mismos argumentos técnico-económicos al impuesto antiespeculación: perturbación del buen funcionamiento de los mercados financieros y por lo tanto del financiamiento de la economía real; riesgo de evasión fiscal; dificultad de cobro del impuesto; ineficacia en caso de crisis financieras serias; etc. O sea, para el aparato político-administrativo, promover la tasa Tobin constituye simple y llanamente una pérdida de tiempo. ¡Lástima! Estos argumentos no tienen ninguna chance de hacer retroceder el ardor de los "tobinófilos". Para el intransigente Bernard Cassen, "un experto dice lo que los que le pagan quieren hacerle decir". Sobre todo teniendo en cuenta que, en el espíritu del movimiento contestatarios, medir fuerzas con los especuladores no es más que un primer paso. "La tasa Tobin no es más que la clave de sol de nuestra melodía, un simple artilugio pedagógico para cuestionar la mundialización liberal en todos sus aspectos", dice Pierre Tartakowsky, secretario general de Attac. Antes que una bomba de finanzas para el tercer mundo, la tasa Tobin es un arma fatal contra el "pensamiento único". Es en este terreno donde obtuvo sus primeras victorias. Y no sólo entre la opinión pública. ¿Homenaje del vicio a la virtud? George Soros, el príncipe de los especuladores internacionales, famosos por haber ganado en un día, en 1992, más de mil millones de dólares especulando contra la libra esterlina, hace ya amagues de entregar las armas. "No estoy seguro de que la tasa Tobin resuelva verdaderamente los problemas monetarios(...), pero como fuente de impuestos, estoy a favor", concedió recientemente el financista norteamericano. ¿Demagogia? Es posible. Pero el tema de las finanzas locas inquieta visiblemente a más de una conciencia patronal. Escuchen si no a este presidente de la filial de una gran multinacional europea que, en el anonimato de su oficina de la región parisina, deja ver su corazoncito antimundialista. "La tasa Tobin, ¿por qué no? En todo caso, estoy a favor de todo lo que pueda debilitar la dictadura de los mercados." La confesión, claro, fue hecha con la condición de confidencialidad. "Comprenderá que no podría manejar las consecuencias si mi posición fuese hecha pública" La hora de los renegados de la mundialización financiera no habrá sonado hasta que el emblemático foro de Davos inscriba en su programa a la tasa Tobin. OLIVIER TOSCER ______________________________ 2.- Sorprendentes paraísos - La maquinación terrorista ____________________________________________________________ El caso Clearstream no será silenciado. El miércoles 19 de septiembre, a la misma hora en que la misión parlamentaria francesa sobre el blanqueo de dinero recibía a un testigo clave en el caso Clearstream, la policía luxemburguesa aparecía en lo de Ernest Backes para un vasto y espectacular registro. El azar no existe. Desde la aparición del libro Révélation$ de Ernest Backes y Denis Robert, el funcionamiento opaco de Clearstream ha sido regularmente denunciado por altas autoridades políticas y judiciales europeas. Ante la presión se abrió una investigación judicial que llevó al despido de toda la dirección de Clearstream, pero la puerta se cerró inmediatamente sobre los secretos de esta firma tentacular. Lo que los jueces de apelación de Ginebra, Bernard Bertossa, Renaud Van Ruymbeke, Eva Joly y Benoît Dejemeppe han llamado "la caja negra de la mundialización financiera" no será abierta por el país que la cobija. El mensaje es claro: la investigación no irá más allá de los fusibles circunstanciales. Cada avance de la investigación parlamentaria francesa tendrá inmediatamente respuesta mediante operaciones intimidatorias y de amenaza contra Ernest Backes y aquéllos que osan hablar en Luxemburgo. No obstante, la investigación financiera sobre los atentados del 11 de septiembre aportó la prueba trágica de los que denuncian Ernest Backes y Denis Robert: la opacidad de los mercados financieros y la complicidad de los Estados bancarios protege a los movimientos más problemáticos. Sabemos que la filial de los intereses de Bin Laden llega hasta Luxemburgo y que las computadoras de Clearstream pueden hacer que se siga la pista de todos los movimientos especulativos de los "iniciados". Pero la Justicia de M. Junker prefiere ocuparse de los archivos de Ernest Backes. Por nuestra parte, el aprovechamiento de los archivos de Clearstream, que llevamos adelante desde la primavera boreal, no deja de sorprendernos y el resultado de nuestras investigaciones será puesto a disposición del público a principios del año próximo. El caso Clearstream no será silenciado. Los paraísos en el banquillo. Los paraísos fiscales son generalmente señalados con el dedo por los EEUU. Entrevistado por el diario italiano La Repubblica, James Wosley, antiguo director de la CIA de 1993 a 1995, estima que la isla de Chipre es "el peor de todos". Según el diario suizo-germano Blick, una sociedad financiera de Lugano, Taqwa (que en árabe significa "temor de dios"), podría haber servido de punto de tránsito para la fortuna de Bin Laden. Paralelamente, las autoridades panameñas, alertadas por varias policías extranjeras, han abierto una investigación sobre una sociedad financiera matriculada en Panamá que podría ser utilizada por el millonario de origen saudita. Al servicio del crimen Más que pensar en destruir Kabul o Kandahar, ¿no sería hora de cerrar las Caimán y otros paraísos financieros? Esta alternativa a una respuesta militar quizá pueda frustrar a los partidarios de una venganza en "direct-live"; pero sería sin duda más eficaz contra el terrorismo. ¿Qué sería de Osama Bin Laden, cuyo poder terrorista radica en su fortuna financiera, si ésta, en lugar de estar protegida por un secreto inviolable, estuviese domiciliada en una agencia bancaria parisina? Sus activos habrían sido confiscados hace tiempo. Cliente multitarjeta. Toda la ironía de esta tragedia reside precisamente allí. Desde hace décadas se permitió el crecimiento hasta el gigantismo de un sistema dentro del sistema, una finanza llamada "offshore", fuera de las costas. En realidad, lejos de las miradas, lejos del fisco y lejos de todo control por los Estados-Nación. En algunas decenas de islotes exóticos, pero también en el fondo de las grandes plazas (financieras), los capitales offshore se reúnen, mientras eligen domicilio, antes de correr a invertirse allí donde rinden mejor: sobre los grandes mercados bursátiles y de obligaciones. Estos patrimonios ocultos se han duplicado en quince años. Vito Tanzi, antiguo director de asuntos fiscales del FMI, los estima hoy en 5 billones de dólares (o sea un cinco seguido de doce ceros). La clientela es muy variada. Gerentes de multinacionales que supieron administrar hábilmente los precios de transferencia entre filiales y consiguieron evaporar los beneficios obtenidos; estafadores fiscales de todo tamaño; corruptores enmascarados y vergonzosos corruptos; traficantes de armas y otros productos sensibles; organizaciones criminales que desean lavar su dinero de la droga y de la estafa; oficinas gubernamentales que se mueven en la sombra invocando la "razón de Estado"; gobernantes que no pueden confesar ciertas comisiones; finalmente, claro, terroristas organizados en redes que utilizan también estos paraísos financieros para transformar el dinero limpio en dinero del crimen. Es una calle de dos sentidos. Osama Bin Laden es un cliente multitarjeta. Nació en una familia impregnada de esta cultura "offshore", la más rica de Arabia Saudita después de la familia real. La CIA le enseñó los últimos detalles, financiando a través de él el armamento de los talibanes contra el Ejército Rojo. El alumno, decididamente aplicado, agregó a su curriculum el tráfico de opio, que lo hizo prosperar. Finalmente, este especialista en sociedades pantalla utilizó su ingeniería financiera para solventar la red terrorista que hoy hace temblar a sus mecenas. Pero también para financiar el régimen talibán, al que le debe mucho. La fortuna de Osama Bin Laden, estimada en varios miles de millones de dólares, tiene múltiples orígenes. Pero no hay duda de que ha prosperado principalmente gracias al tráfico de opio afgano. Tras la partida de los soviéticos en 1989, la producción se incrementó en un 19% por año, precisa el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas para el control de drogas y prevención del crimen. Después de 1996 y el regreso de Bin Laden a Afganistán, todas las marcas fueron superadas. En 1999, la amapola cubría más de 91 000 hectáreas y la cosecha de opio superó las 4 500 toneladas, o sea el 80% de la producción mundial. Un valor bruto de 91 millones de dólares, según la ONU, multiplicado gracias a la transformación in situ en morfina base y en heroína. Ni el financiamiento de la red terrorista ni el tráfico de droga serían posibles a esta escala sin la utilización intensa de los paraísos financieros. Demasiado tarde. Las perversidades de este sistema dentro del sistema son conocidas desde hace tiempo. Los medios para terminar con él han sido enunciados, particularmente en un informe oficial dirigido al presidente demócrata norteamericano Jimmy Carter el 14 de enero de 1981. El republicano Ronald Reagan, quien llegó el 20 a la Casa Blanca, lo arrojó al fondo de un cajón. El demócrata Bill Clinton, desde su primera campaña electoral, retomó la idea pero se encontró durante mucho tiempo con una desconcertante hostilidad de parte de los europeos, que dejaron pasar la oportunidad de avanzar, antes de recuperar el tiempo perdido. Débilmente y demasiado tarde. La administración republicana viene de cortar en seco toda iniciativa, estando el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, opuesto a "todo esfuerzo que pretenda dictarle a un país la organización de su sistema fiscal". Entre fuerzas obscuras y transparencia, la elección parece haber sido hecha. Jean-François Couvrat Para saber más (en francés): http://attac.org/luxembourg grandelessive@attac.org ______________________________ 3.- Los movimientos de lucha contra la mundialización liberal después del 11 de septiembre de 2001. ____________________________________________________________ Por Christophe Aguiton El movimiento mundial que se expresó en los eventos de Seattle a Génova, tenía como adversario simbólico Wall Street, que representaba el poder de los mercados financieros, pero también el Pentágono, figura de la dominación imperial y del militarismo norteamericano. Con un siniestro paralelismo, son éstos los blancos que buscaron, ahora de forma bien real, los autores de los atentados homicidas de Washington y de Nueva York. Esta relación no tiene evidentemente ningún sentido para aquéllos que, comprometidos con el movimiento contra la mundialización liberal, saben bien que la fuerza del movimiento radica en su capacidad de transformar el mundo dependiendo antes que nada de su carácter masivo, del apoyo de la opinión pública y del compromiso democrático de los movimientos sociales que le dan su base y sus raíces. Un movimiento particularmente importante en los EEUU, donde los sindicatos y las ONG preparaban una manifestación muy grande para el 30 de septiembre en Washington, simultáneamente con la asamblea general del FMI y del Banco Mundial. Pero esta relación es utilizada por aquellos que buscan todos los argumentos posibles para defender la mundialización liberal y el sistema actual. Más todavía que el signo de evidente mala fe, es no ver que por el contrario hay en el movimiento de lucha contra la mundialización liberal, elementos de respuesta a tales atrocidades. La insurrección zapatista de Chiapas, el 1º de enero de 1994, es probablemente el evento fundador del movimiento que hace irrupción en la escena mundial a partir de Seattle. Y la fuerza del zapatismo ha sido la defensa de la identidad y de las reivindicaciones específicas de los indios de Chiapas al mismo tiempo que lanzaba un llamado universal contra el liberalismo y por la creación de un movimiento mundial que se concretó en el primer encuentro "intergaláctico" del verano de 1996. Esta capacidad para defender las identidades y las especificidades de los movimientos al mismo tiempo que se desarrollan alternativas a nivel mundial es una de las características esenciales del movimiento que se construyó de Seattle a Génova. En su extensión a todos los continentes, este movimiento ofrece una respuesta internacionalista a todos los que se rebelan y luchan contra un sistema que agrava las desigualdades y las exclusiones. Ése fue el caso en Porto Alegre, para todos los movimientos de defensa de los pueblos indígenas de América Latina. En Génova, la presencia de una delegación de 50 representantes de sindicatos y de movimientos rusos y ucranianos les permitió establecer contactos y prever la inserción regular de los militantes rusos en el "movimiento mundial". Y la movilización contra un nuevo ciclo de negociaciones en el marco de la OMC que debe tener lugar en Qatar es también la ocasión de relacionarse con los movimientos que existen en el mundo árabe y esto gracias a las conferencias e iniciativas tomadas en el Cairo y en Beirut. El desarrollo del movimiento a nivel mundial, como el de las luchas sociales y democráticas, permite ofrecer alternativas a los repliegues nacionalistas, integristas o reaccionarios. Así, en Francia, el desarrollo de las luchas, en los años 1990, precipitó el ocaso del Front National, que se apoyaba en las capas populares golpeadas por la crisis económica. Los atentados del 11 de septiembre no pueden sino reforzar nuestra convicción de la importancia y de la urgencia de desarrollar este movimiento mundial, democrático y no violento, que es el único en proponer alternativas globales a la mundialización liberal. Pero estos atentados deberían ser también, para los gobiernos de las grandes potencias, y sobre todo el de los Estados Unidos, como para las instituciones internacionales, la ocasión de un cuestionamiento de las políticas llevadas a cabo desde hace décadas. Veremos en las próximas semanas y los meses que vendrán la que será la postura política norteamericana, pero las primeras declaraciones de George Bush, la "lucha del bien contra el mal" o sobre Bin Laden "lo queremos vivo o muerto", nos recuerdan la guerra fría. La hipótesis más probable es la de la opción militarista y represiva. Una novedad en la situación: más allá de las alianzas juzgadas necesarias por los Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo, la búsqueda de la mundialización hace difíciles las estigmatizaciones nacionales o culturales. Más que el choque de civilizaciones que pronosticaba Samuel P. Huntington(1), la "guerra" que quieren llevar a cabo los dirigentes norteamericanos puede ser una guerra civil.(2). El terrorismo será el primer blanco, pero, en esta nueva cruzada, los "enemigos del interior" -fuerzas radicales, movimientos sociales y movimientos de lucha contra la mundialización liberal- podrían ser rápidamente acusados al mismo tiempo que se impondrían medidas de restricción de las libertades. Una orientación semejante puede ser el origen de nuevas contradicciones entre los países grandes, y en esto la situación es diferente de la que prevalecía durante la guerra del Golfo. En Europa, muchos responsables gubernamentales dejaron escuchar una opinión diferente. Tras la expresión de su solidaridad con el pueblo norteamericano, insistieron sobre las respuestas de fondo que deben darse a los problemas políticos, en particular en Oriente Medio, y sobre la necesidad de regulaciones a nivel mundial. Esta voluntad de autonomía europea se ve confortada por el resultado de dos conferencias internacionales. La de Bonn, en donde el protocolo de Kyoto fue firmado por numerosos países, entre los cuales estaba la Unión Europea pero sin los Estados Unidos. Y la de la ONU en Durban, donde se adoptó una resolución sobre el racismo con el apoyo europeo mientras que los Estados Unidos se fueron de la reunión. Estas contradicciones podrían abrir espacios para los movimientos, como fue el caso del AMI o de la asamblea general de la OMC en Seattle. Esta cuestión permanecerá sin embargo abierta, pues las presiones son fuertes para obtener la solidaridad occidental. El próximo ciclo de negociaciones sobre el comercio que debía inaugurarse en Qatar el 9 de noviembre, en el marco de la OMC, podría permitir una movilización internacional que cambie las relaciones de fuerza a nivel mundial. A pesar de todo, y en un contexto más grave y difícil, las movilizaciones tendrán lugar y los movimientos contra la mundialización liberal van a seguir construyendo. Una situación que exigirá de estos movimientos mayor atención por los problemas democráticos y por la cuestión de la paz y la seguridad de los pueblos: para las poblaciones del sur, al incremento de las desigualdades se agrega hoy el temor de las intervenciones militares, vengan éstas de potencias occidentales o de gobiernos locales que utilizan la coyuntura para solucionar conflictos que permanecían latentes. Pero es en esta "otra mundialización" que reside la esperanza de un mundo más justo y más seguro para todos los pueblos del planeta. París, 20 de septiembre de 2001. Christophe Aguiton 1/ Samuel P. Huntington desarrolla en su obra "El choque de civilizaciones", la idea según la cual el siglo XIX habría conocido los enfrentamientos entre naciones, el siglo XX entre ideologías y el siglo XXI sería el de los enfrentamientos entre civilizaciones. 2/ Es la opinión desarrollada por Alain Touraine en una columna publicada por el diario francés Libération el 14 de septiembre de 2001. ______________________________ 4.- El adversario ____________________________________________________________ Por Ignacio Ramonet Era el 11 de septiembre. Desviados de su misión ordinaria por pilotos decididos a todo, los aviones se dirigen hacia el corazón de la gran ciudad, resueltos a abatir los símbolos de un sistema político detestado. Muy rápido: las explosiones, las fachadas que estallan en pedazos, los derrumbes en medio de un estruendo infernal, los sobrevivientes aterrados huyendo cubiertos de escombros. Y los medios que transmiten la tragedia en directo... ¿Nueva York 2001? No, Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973. Con la complicidad de los Estados Unidos, golpe de estado del general Pinochet contra el socialista Salvador Allende, y bombardeo del palacio presidencial por las fuerzas aéreas. Decenas de muertos y el comienzo de un régimen de terror que duraría quince años... Más allá de la legítima compasión hacia las inocentes víctimas de los atentados de Nueva York, ¿cómo no convenir que los Estados Unidos no son - no más que ningún otro - un país inocente? ¿No han participado de acciones políticas violentas, ilegales y a veces clandestinas en América Latina, en África, en Medio Oriente, en Asia...? Cuya consecuencia es una trágica cohorte de muertos, de "desaparecidos", de torturados, de prisioneros, de exiliados... La actitud de los dirigentes y de los medios occidentales, su apuesta proamericana, no deben ocultarnos la cruel realidad. A lo largo y ancho del mundo, y en particular en los países del Sur, el sentimiento más frecuentemente expresado por la opinión pública ante estos condenables atentados ha sido: "¡Lo que les pasa es muy triste, pero se lo buscaron!" Para comprender tal reacción, quizá no sea inútil recordar que, durante la "guerra fría" (1948-1989), los Estados Unidos se involucraron en una "cruzada" contra el comunismo. Que por momentos tomó formas de guerra de exterminio: miles de comunistas asesinados en Irán, doscientos mil opositores de izquierda suprimidos en Guatemala, cerca de un millón de comunistas exterminados en Indonesia... Las páginas más atroces del Libro negro del imperialismo norteamericano fueron escritas a lo largo de esos años, marcados también por los horrores de la guerra de Vietnam (1962-1975). Ya entonces se trataba de "el Bien contra el Mal". Pero en aquella época, según Washington, apoyar a los terroristas no era necesariamente inmoral. A través de la CIA, los Estados Unidos preconizaron los atentados en lugares públicos, los desvíos de aviones, los sabotajes y los asesinatos. En Cuba, contra el régimen de Fidel Castro, en Nicaragua contra los sandinistas o en Afganistán contra los soviéticos. Es allí, en Afganistán, con el apoyo de dos Estados muy poco democráticos, Arabia Saudita y Paquistán, que Washington impulsó, en los años 1970, la creación de brigadas islamistas reclutadas en el mundo árabe-musulmán y compuestas de lo que los medios llamaron los "freedom fighters", ¡los combatientes por la libertad! Es en esas circunstancias, lo sabemos, que la CIA contrató al ahora célebre Osama Bin Laden. Desde 1991, los Estados Unidos se instalaron en una posición de hiperpotencia única y marginaron, de hecho, a las Naciones Unidas. Habían prometido instaurar un "nuevo orden internacional" más justo. En nombre del cual condujeron una guerra contra Irak. Pero, en cambio, permanecieron escandalosamente parciales a favor de Israel, en detrimento de los derechos de los palestinos. Además, a pesar de las protestas internacionales, mantuvieron un implacable embargo contra Irak, que no afecta al régimen y mata a miles de inocentes. Todo esto ha ulcerado las opiniones del mundo árabe-musulmán y facilitado la creación de un terreno donde se fortaleció un islamismo radicalmente antiamericano. Como el Dr. Frankenstein, los Estados Unidos ven ahora a su antigua creación -Osama Bin Laden- levantarse contra ellos, con una violencia demencial. ¡Y se preparan para combatirlo apoyándose en dos Estados -Arabia Saudita y Paquistán- que, desde hace treinta años, han contribuido como nadie a expandir a través del mundo las redes islamistas radicales con métodos necesariamente terroristas! Viejos ladinos de la guerra fría, los hombres que rodean al presidente George W. Bush no están seguramente tristes por el cariz que toman las cosas. Quizá incluso piensen que se trata de una bendición. Porque, milagrosamente, los atentados del 11 de septiembre les restituyen un aspecto estratégico mayor del que el colapso de la Unión Soviética les había privado durante diez años: un adversario. ¡Por fin! Bajo el nombre de "terrorismo", este adversario designado, todos lo habrán comprendido, es de ahora en más el islamismo radical. Todos los excesos temidos pueden ahora producirse. Incluyendo una versión moderna del macartismo que tendría por objetivo a los adversarios de la mundialización. ¿Les gustó el anticomunismo? ¡Adorarán el anti-islamismo! ______________________________ 5.- El teatro del Bien y del Mal ____________________________________________________________ Por Eduardo Galeano En la lucha del Bien contra el Mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos. Los terroristas han matado a trabajadores de cincuenta países, en Nueva York y en Washington, en nombre del Bien contra el Mal. Y en nombre del Bien contra el Mal, el presidente Bush jura venganza: "Vamos a eliminar el Mal de este mundo", anuncia. ¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería del Bien sin el Mal? No sólo los fanáticos religiosos necesitan enemigos para justificar su locura. También necesitan enemigos, para justificar su existencia, la industria de armamentos y el gigantesco aparato militar de los Estados Unidos. Buenos y malos, malos y buenos: los actores cambian de máscaras, los héroes pasan a ser monstruos y los monstruos héroes, según exigen los que escriben el drama. Eso no tiene nada de nuevo. El científico alemán Werner von Braun fue malo cuando inventó los cohetes V-2, que Hitler descargó sobre Londres, pero se convirtió en bueno el día en que puso su talento al servicio de los Estados Unidos. Stalin fue bueno durante la Segunda Guerra Mundial y malo después, cuando pasó a dirigir el Imperio del Mal. En los años de la guerra fría, escribió John Steinbeck: "Quizá todo el mundo necesita rusos. Apuesto a que también en Rusia necesitan rusos. Quizá ellos los llaman americanos". Después, los rusos se abuenaron. Ahora, también Putin dice: "El Mal debe ser castigado". Saddam Hussein era bueno, y buenas eran las armas químicas que empleó contra los iraníes y los kurdos. Después, se amaló. Ya se llamaba Satán Hussein cuando los Estados Unidos, que venían de invadir Panamá, invadieron Irak porque Irak había invadido Kuwait. Bush Padre tuvo a su cargo esta guerra contra el Mal. Con el espíritu humanitario y compasivo que caracteriza a su familia, mató a más de cien mil iraquíes, civiles en su gran mayoría. Satán Hussein sigue estando donde estaba, pero este enemigo número uno de la humanidad ha caído a la categoría de enemigo número dos. El flagelo del mundo se llama, ahora, Osama Bin Laden. La CIA le había enseñado todo lo sabe en materia de terrorismo: Bin Laden, amado y armado por el gobierno de los Estados Unidos, era uno de los principales "guerreros de la libertad" contra el comunismo en Afganistán. Bush Padre ocupaba la vicepresidencia cuando el presidente Reagan dijo que estos héroes eran "el equivalente moral de los Padres Fundadores de América". Hollywood estaba de acuerdo con la Casa Blanca. En esos tiempos, se filmó Rambo 3: los afganos musulmanes eran los buenos. Ahora son malos malísimos, en tiempos de Bush Hijo, trece años después. Henry Kissinger fue de los primeros en reaccionar ante la reciente tragedia. "Tan culpables como los terroristas son quienes les brindan apoyo, financiación e inspiración", sentenció, con palabras que el presidente Bush repitió horas después. Si eso es así, habría que empezar por bombardear a Kissinger. El resultaría culpable de muchos más crímenes que los cometidos por Bin Laden y por todos los terroristas que en el mundo son. Y en muchos más países: actuando al servicio de varios gobiernos norteamericanos, brindó "apoyo, financiación e inspiración" al terror de estado en Indonesia, Camboya, Chipre, Irán, Africa del Sur, Bangladesh y en los países sudamericanos que sufrieron la guerra sucia del Plan Cóndor. El 11 de setiembre de 1973, exactamente 28 años antes de los fuegos de ahora, había ardido el palacio presidencial en Chile. Kissinger había anticipado el epitafio de Salvador Allende y de la democracia chilena, al comentar el resultado de las elecciones: "No tenemos por qué aceptar que un país se haga marxista por la irresponsabilidad de su pueblo". El desprecio por la voluntad popular es una de las muchas coincidencias entre el terrorismo de estado y el terrorismo privado. Por poner un ejemplo, la ETA, que mata gente en nombre de la independencia del País Vasco, dice a través de uno de sus voceros: "Los derechos no tienen nada que ver con mayorías y minorías". Mucho se parecen entre sí el terrorismo artesanal y el de alto nivel tecnológico, el de los fundamentalistas religiosos y el de los fundamentalistas del mercado, el de los desesperados y el de los poderosos, el de los locos sueltos y el de los profesionales de uniforme. Todos comparten el mismo desprecio por la vida humana: los asesinos de los seis mil seiscientos ciudadanos triturados bajo los escombros de las torres gemelas, que se desplomaron como castillos de arena seca, y los asesinos de los doscientos mil guatemaltecos, en su mayoría indígenas, que han sido exterminados sin que jamás la tele ni los diarios del mundo les prestaran la menor atención. Ellos, los guatemaltecos, no fueron sacrificados por ningún fanático musulmán, sino por los militares terroristas que recibieron "apoyo, financiación e inspiración" de los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos. Todos los enamorados de la muerte coinciden también en su obsesión por reducir a términos militares las contradicciones sociales, culturales y nacionales. En nombre del Bien contra el Mal, en nombre de la Unica Verdad, todos resuelven todo matando primero y preguntando después. Y por ese camino terminan alimentando al enemigo que combaten. Fueron las atrocidades de Sendero Luminoso las que en gran medida incubaron al presidente Fujimori, que con considerable apoyo popular implantó un régimen de terror y vendió el Perú a precio de banana. Fueron las atrocidades de los Estados Unidos en Medio Oriente las que en gran medida incubaron la guerra santa del terrorismo de Alá. Aunque ahora el líder de la Civilización esté exhortando a una nueva Cruzada, Alá es inocente de los crímenes que se cometen en su nombre. Al fin y al cabo, Dios no ordenó el holocausto nazi contra los fieles de Jehová y no fue Jehová quien dictó la matanza de Sabra y Chatila ni quien mandó expulsar a los palestinos de su tierra. ¿Acaso Jehová, Alá y Dios a secas no son tres nombres de una misma divinidad? Una tragedia de equívocos: ya no se sabe quién es quién. El humo de las explosiones forma parte de una mucho más enorme cortina de humo que nos impide ver. De venganza en venganza, los terrorismos nos obligan a caminar a los tumbos. Veo una foto, publicada recientemente: en una pared de Nueva York, alguna mano escribió: "Ojo por ojo deja al mundo ciego". La espiral de la violencia engendra violencia y también confusión: dolor, miedo, intolerancia, odio, locura. En Porto Alegre, a comienzos de este año, el argelino Ahmed Ben Bella advirtió: "Este sistema, que ya enloqueció a las vacas, está enloqueciendo a la gente". Y los locos, locos de odio, actúan igual que el poder que los genera. Un niño de tres años, llamado Luca, comentó en estos días: "El mundo no sabe dónde está su casa". El estaba mirando un mapa. Podía haber estado mirando un noticiero. ______________________________ 6.- Recordatorio ____________________________________________________________ PAISES QUE EE.UU. HA BOMBARDEADO DESDE EL FIN DE LA II GUERRA MUNDIAL China 1945-46 Corea 1950-53 China 1950-53 Guatemala 1954 Indonesia 1958 Cuba 1959-60 Guatemala 1960 Congo 1964 Perú 1965 Laos 1964-73 Vietnam 1961-73 Camboya 1969-70 Guatemala 1967-69 Granada 1983 Libia 1986 El Salvador 1980s Nicaragua 1980s Panamá 1989 Iraq 1991-99 Sudán 1998 Afganistán 1998 Yugoslavia 1999 ______________________________ 7.- Criminales que no serán juzgados. ____________________________________________________________ Por James Petras Profesor de Ética Política en la Universidad de Binghamton (Nueva York). Hay un tema que se ha quedado a medias y que es necesario que se resuelva de manera urgente en el comienzo del nuevo milenio: la cuestión de los crímenes de guerra. No me refiero al ya existente Tribunal de Crímenes de Guerra montado en Ginebra por las potencias de la OTAN en su propio beneficio a fin de justificar sus aspiraciones a la hegemonía mundial. Me refiero a un tribunal de crímenes de guerra organizado desde abajo, por los campesinos y los trabajadores que han padecido las grandes expoliaciones de este siglo. Lo que resulta más sorprendente de los grandes crímenes de guerra es cuán pocos de sus responsables han sido llevados a juicio en alguna ocasión. En realidad, uno de los aspectos más asombrosos consiste en el hecho de que la mayor parte de los más execrables criminales de guerra se han convertido en abogados y promotores de tribunales en contra de sus víctimas. Naturalmente, algunos criminales de guerra -en particular, personajes político-militares nazis y japoneses- fueron juzgados y condenados al término de la Segunda Guerra Mundial, pero muchos crímenes contra la humanidad han quedado sin castigo y, en determinados casos, completamente olvidados. La política tiene una ley: los crímenes sin castigo son crímenes que se repiten. No se trata de venganza o reconciliación, sino de reconocer que la impunidad estimula la reincidencia; que los criminales de guerra que asesinan a millones de personas estén sujetos a las leyes, al menos, exactamente igual que el homicida de una sola persona. Hablar de «reconciliación» equivale a crear un doble sistema legal, uno para los asesinos de masas que ocupan altos cargos y otro para asesinos que han actuado contra ciudadanos individuales. Hablar de reconciliación equivale a exonerar a los criminales de guerra y perpetuar sistemas de poder que pueden volver a darse y cometer así idénticos crímenes nefastos en el futuro. Confundir la venganza con los procesos judiciales en los que se castigan los crímenes contra la humanidad equivale, en el mejor de los casos, a ignorancia bienintencionada y, en el peor, a una estratagema retórica de los cómplices intelectuales de los criminales de guerra. Alguien podría oponer una objeción válida, la de que sería demasiado larga la lista de los criminales de guerra que se han librado de juicio, a fin de cuentas, prácticamente todos los líderes de las grandes potencias, del este y del oeste, implicados en actos inhumanos de gran alcance. El propósito del tribunal de crímenes de guerra no sería el de llevar a juicio a todos los líderes responsables, sino sólo a un amplio muestrario. Con que se juzgara a unos pocos de los cr iminales más destacados, se sentaría un precedente de cara al futuro, lo cual podría disuadir a los líderes militares y políticos de incurrir en comportamientos criminales. La primera sesión del tribunal de crímenes de guerra debería empezar por revisar el primer caso de genocidio del siglo XX: la matanza de más de un millón de armenios a cargo de los turcos y la negación y justificación que del genocidio han hecho todos los gobiernos turcos, incluido el actual. No es sorprendente que la impunidad turca en el pasado haya llevado a los crímenes de nuestros tiempos contra los kurdos. En tiempos más recientes, las potencias de la OTAN han insistido en un tribunal de crímenes de guerra para algunos de los cómplices camboyanos de Pol Pot, bajo la acusación de delitos de genocidio. Se les acusa de haber asesinado o dejado morir de inanición a casi dos millones de personas. La segunda sesión del tribunal de crímenes de guerra debería llevar a juicio a Henry Kissinger, que fue consejero de seguridad nacional del presidente Nixon y responsable del asesinato o de la mutilación de centenares de miles de camboyanos antes del reinado de Pol Pot. La política de Kissinger destruyó las cosechas y forzó el éxodo de millones de campesinos hacia las ciudades. Cuando los Estados Unidos fueron derrotados, Kissinger apoyó una política que suprimió la ayuda económica y que dejó sin comida a millones de personas en las ciudades. Los crímenes de guerra de Kissinger son idénticos o más graves que los de Pol Pot. Cuatro millones de vietnamitas murieron durante la ocupación y el bombardeo norteamericanos de Vietnam. Ni un solo alto cargo norteamericano ha sido llevado a juicio jamás. Robert MacNamara era secretario de Defensa (y con posterioridad, presidente del Banco Mundial) y fue el autor intelectual de la estrategia militar norteamericana: tácticas de contrainsurgencia acabaron con la vida de cientos de miles de campesinos; millones de ellos fueron confinados en campos de concentración. La guerra de Washington contra Vietnam, uno de los mayores crímenes de guerra del siglo, ha quedado impune y el resultado ha sido que los mismos que la perpetraron quedaron en libertad para reincidir en su comportamiento criminal: intervenir en Chile para instalar una dictadura militar; invadir Panamá, Granada, Somalia e Irak; bombardear Yugoslavia y Afganistán. La impunidad es la luz verde del semáforo de los crímenes de guerra futuros. La tercera sesión del tribunal de crímenes de guerra debería ocuparse de los crímenes contra los pueblos centroamericanos. Más de 325.000 personas han sido asesinadas por ejércitos y regímenes mercenarios de Guatemala, Nicaragua y El Salvador con el respaldo de los Estados Unidos. Los más destacados responsables de esta política fueron el ex presidente Ronald Reagan, su secretario de Estado, John Kirkpatrick, su subsecretario de Asuntos Latinoamericanos, Elliot Abrams, y el general Ríos Mont, el dictador guatemalteco. Debería invitarse al juicio, en calidad de testigos de cargo, a las víctimas, entre ellos, los indios mayas que sobrevivieron a la destrucción material de 400 aldeas. La cuarta sesión del tribunal de crímenes de guerra debería dedicarse a crímenes de guerra contemporáneos; para empezar, Irak, donde más de un millón de personas ha muerto a consecuencia de los bombardeos de la OTAN y de un asedio económico que se ha prolongado durante casi una década. El juicio debería incluir al ex primer ministro inglés John Major, al ex presidente George Bush y al general Swartzkopf, comandante en jefe de las operaciones militares. Debería invitarse al juicio al actual coordinador de las Naciones Unidas, Hans Von Sponeck, y a su predecesor, Denis Halliday, para que testificaran acerca de la destrucción que el boicot ha provocado. Washington y Londres presionaron a Halliday para que presentara la dimisión y exigen ahora la de Von Sponeck por decir la verdad y por sacar a la luz esos crímenes contra la humanidad. La quinta sesión del tribunal de crímenes de guerra debería tratar sobre los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia, que han causado la muerte o el destierro de centenares de miles de personas, han provocado el mayor desastre ecológico de la reciente historia de la Europa central y han destruido la infraestructura básica que permitía la supervivencia de millones de serbios. Deberían comparecer en el juicio como responsables principales el presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro británico Tony Blair, por crímenes cometidos durante y después de los bombardeos terroristas: durante los bombardeos, por destruir los fundamentos económicos de la existencia de millones de serbios; después de los bombardeos, por instalar en el poder en Kosovo a un grupo terrorista (los asesinos del ELK, Ejército de Liberación de Kosovo), lo que ha culminado en el asesinato y el destierro de 200.000 serbios, gitanos y otros grupos. Dada la naturaleza de las cosas, este tribunal no tendría capacidad para llevar a juicio a estos criminales de guerra, mucho menos aún para imponerles su castigo. Los criminales de guerra victoriosos siempre juzgan y condenan a sus víctimas. Sin embargo, un enjuiciamiento moral y una audiencia de la opinión pública servirían de recordatorio de que existen dos tipos de justicia: la justicia de las potencias imperiales y la justicia de lospueblos perseguidos. El tribunal serviría para despertar la memoria colectiva ante la propaganda incansable de los medios de comunicación que convierte a los verdugos en víctimas y a las víctimas en verdugos. _______________________________________________ nettime-lat mailing list nettime-lat@nettime.org http://www.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat